Según la Orden EDU/849/2010, de 18 de
marzo, por la que se regula la ordenación de la educación del alumnado con
necesidad de apoyo educativo y se regulan los
servicios de orientación educativa en el ámbito de gestión del
Ministerio de Educación, en las ciudades
de Ceuta y Melilla, entre las funciones que me corresponde como Profesor
Técnico de Servicios a la Comunidad (PTSC) es la de actuar como mediador entre
las familias del alumnado y el profesorado, promoviendo en los centros docentes
actuaciones de información, formación y orientación necesarios, esto es,
promover la relación familia-escuela.
En virtud de lo anterior, he de señalar
que estoy encantado con el planteamiento de esta actividad, pues en mi trabajo
diario he de intermediar con muchas familias que esperan de mí que les preste
el apoyo que requieren y que, en muchos casos, ansían por tener. La implicación
familiar en el proceso escolar de sus hijos es un requisito de calidad para su
pleno proceso de desarrollo social y personal, sea el niño que sea, pero dicha
colaboración resulta más aún imprescindible si cabe para cuando el alumno objeto
de nuestra intervención no presenta un rendimiento y/o desarrollo adecuado a lo
esperable para su edad, como bien puede ser el caso del alumnado TDAH.
En el siguiente video, se aborda la importancia de la tan necesaria relación familia-escuela:
A la hora de abordar el tema, hemos de
ser sensibles y empatizar con su situación para ofrecerle el mejor servicio que
podamos, siendo muy cautelosos con los términos que empleemos así como con
nuestra actitud. Existen familias que se sienten ofendidas cuando intentamos
acercarnos a ellas para ofrecerles pautas de actuación para mejorar algún
aspecto que en su hijo resulta deficitario, por lo que, sin lugar a dudas,
hemos de procurar que la percepción que tengan de nosotros no sea la de que
somos alguien que estamos juzgando su quehacer como padres, sino la de un
profesional que intenta colaborar con ellos para procurar el bienestar de su
hijo y que, para ello, requiere de su implicación.
Han de tener la sensación de que familia
y escuela debemos trabajar en la misma línea y que dicho trabajo, pues somos
los entornos en los que el menor pasa más tiempo, debe formar parte de un plan
de intervención bien coordinado y estructurado.
Dicho esto, se ha de destacar que la
colaboración de cualquier familia puede conseguirse en espacios reservados a
tutoría así como a través de su requerimiento por los Servicios de Orientación,
sin embargo, considero que ello sólo permite intervenciones puntuales que, si
bien pueden ser de gran utilidad, no permiten su implicación de una forma
continua a lo largo del tiempo.
En el siguiente film se ofrece
información acerca de la importancia de la tutoría como una manera de implicar
a la familia en el proceso educativo de sus hijos:
Para lograr que la implicación familiar sea lo más continua posible, creo que resulta de gran utilidad el sistema de agenda que muchos tutores emplean con sus alumnos, pues permite tener informados a los padres de sus alumnos de todo lo que les ocurre a sus hijos durante su jornada escolar: actividades a realizar, incidentes, progresos, etc. Al mismo tiempo, mediante dicha vía los padres pueden informar al tutor de sus hijos acerca de todo lo que les interese transmitirle y que consideran que debe conocer.
Sé que dicho trabajo supone un gran
esfuerzo al tutor, sobre todo teniendo en cuenta las elevadas ratios de alumnos
con las que nos encontramos. En cualquier caso, y en su defecto, su realización
puede llevarse a cabo, no con todo el alumnado, sino con aquellos alumnos con
los que considere más necesario, como puede ser con un alumno TDAH.
Por otro lado, sé de algunos centros
que, en lugar del sistema de agenda, utilizan un formato muy similar haciendo
uso de las TIC. No me refiero a la creación de un Blog, que es también una
buena idea, sino a la de un programa informático de carácter más individual, en
el que el tutor va colgando la información que considera que cada padre/madre
debe conocer en relación a su hijo. Dicho contenido es privado y cada familia
dispone de un usuario y contraseña. Por otro lado, y de igual modo que ocurre
con el sistema de agenda, los padres pueden transmitir, mediante esta última
vía, todos aquellos aspectos que consideren que el tutor de su hijo debe
conocer con respecto a éste.
En otro orden de cosas, y teniendo en
cuenta la opinión de cada uno al respecto, se pueden formar grupos de
padres/madres con alumnos TDAH para solicitar su intervención en una especie de
“escuela de padres”, en las que, además de recibir asesoramiento, formación y
orientación, podrían intercambiar sus experiencias e inquietudes. A veces, es
bueno sentir que no somos los únicos y que otros también tienen problemas
similares a los nuestros. En esta línea, actúa la Fundación Cantabria Ayuda al
Déficit de Atención e Hiperactividad (Fundación CADAH), que ha creado una
Escuela de Familias que tiene como objetivo ofrecer a los padres la información
y conocimientos imprescindibles sobre el TDAH para proporcionarles una mayor
capacitación para ejercer su función, sensibilizándoles y formándoles en
estrategias educativas y psicológicas eficaces para conseguir una convivencia
familiar sana y un aumento en el desarrollo personal de los hijos.
La Escuela de Familias de la Fundación CADAH se desarrolla
bajo dos vertientes (también aplicables al contexto educativo como se proponía
en un principio):
·
Escuela de Padres y Grupos de Apoyo:
La atención a padres o “Escuela de Padres” se realizan
mediante sesiones desarrolladas en grupos participativos en donde pueden expresar
sus sentimientos frente a la problemática. En cada sesión se les propone unos
objetivos a cumplir, relacionados con cada tema a tratar para cada quincena y
que son revisados en la siguiente sesión comprobando su cumplimiento o su
dificultad.
Se desarrolla en dos etapas: Ciclo inicial y Grupos de
apoyo. El Ciclo inicial es de carácter formativo, facilitando a los padres
recursos educativos para promover en sus hijos actitudes, valores, habilidades
personales y sociales sanas, que les permitan afrontar de manera responsable la
realidad de su vida con la finalidad de conocer su potencial en las distintas
dimensiones de su persona y áreas de aprendizaje, determinando sus puntos
fuertes y débiles y diseñando un programa de intervención con tratamientos individualizados
y personalizados que mejoren la relación familiar y su entorno. Por su parte,
los Grupos de apoyo son ciclos más terapéuticos, donde se trabajan los
problemas específicos de las familias, promoviendo el intercambio de
experiencias entre los padres asistentes.
·
Atención individualizada:
A lo largo de la semana o cuando la
familia lo demanda se establecen reuniones individuales para intentar dar
respuesta a problemáticas y necesidades concretas de cada familia. En este
aspecto, se les de los recursos necesarios para solventar la situación actual
que estén viviendo, para lo cual se les enseñan técnicas como el contrato
conductual, el tiempo fuera, sistema por puntos, etc. De esta forma, no solo se
fomenta la individualidad con una atención personalizada, sino también el
respeto a una privacidad.
Otra forma de conseguir la esencial
participación familiar en la escuela es mediante el conocido modelo educativo
de las comunidades de aprendizaje, donde familiares y agentes externos toman
protagonismo como colaboradores educativos incrementando la eficiencia
educativa mediante el uso del aprendizaje dialógico.
Las comunidades de aprendizaje están en
consonancia con las teorías científicas a nivel internacional que destacan dos
factores claves para el aprendizaje en la actual sociedad, a saber, las
interacciones y la participación de la comunidad. Su puesta en marcha implican a todas las personas que de forma
directa o indirecta influyen en el aprendizaje y el desarrollo de las y los
estudiantes, incluyendo a profesorado, familiares, amigos y amigas, vecinos y
vecinas del barrio, miembros de asociaciones y organizaciones vecinales y
locales, personas voluntarias, etc.
Teniendo en cuenta las dificultades de
los alumnos TDAH, las comunidades de aprendizaje son una puerta abierta a la
integración de estos alumnos en el sistema educativo, ya que la mayoría de
ellos se ven marginados, excluidos y abocados al fracaso escolar,
provocándoles, no solo baja autoestima, sino, en muchas ocasiones, depresiones
y crisis de ansiedad. Hemos de tener en cuenta que un alumno con TDAH no es así
porque él quiere. Por ello, estos alumnos tienen que ser entendidos y atendidos
desde el sistema educativo, sobre todo en su propia aula. En este sentido, las
comunidades de aprendizaje son una respuesta a las necesidades y retos como
método de superar las desigualdades, proporcionando una educación de calidad y
ampliando la capacidad de diálogo y crítica que permita una sociedad
igualitaria, intercultural y solidaria.
Un ejemplo de comunidad de aprendizaje
lo tenemos en el CEIP “Virgen de la Antigua” de Almuñecar gracias a la
subvención de la Consejería de Educación de Andalucía. Para mayor información
recurrir al siguiente enlace: www.colegiovirgendelaantigua.es
De otra parte, y para saber más sobre la
implantación de las comunidades de aprendizajes en los centros escolares,
recomiendo acceder a los siguientes artículos:
- Díez, J.;
Flecha, R. (2010). Comunidades de Aprendizaje: un proyecto de
transformación social y educativa. Monográfico sobre Comunidades de
Aprendizaje. Revista Interuniversitaria
de Formación del Profesorado continuación de la antigua Revista de
Escuelas Normales. 67, 24. (acceder).
- Elboj, C.
y Oliver, P. (2003). Las comunidades de aprendizaje: Un modelo de
educación dialógica en la sociedad del conocimiento. Revista Interuniversitaria de Formación
del Profesorado. 17, 3, 91-103. (acceder).
Son muy diversas las formas de conseguir la
implicación familiar en la escuela. En cualquier caso, siempre se ha de ofrecer
a éstas la oportunidad de formar parte de las actividades que sus hijos
realizan en la escuela e, incluso, proponer a ellos juegos o cualquier
actividad complementaria. Por ello, se les debe permitir e invitar con gusto a
colaborar en:
·
Actividades de colaboración en el aula: teatro,
cuentos, danza…
·
Actividades extraescolares: visitas educativas,
excursiones, convivencias, etc.
·
Actividades de colaboración fuera del aula:
talleres, etc.
·
Actividades en casa: cuaderno viajero,
elaboración de fichas, trabajos manuales, etc.
·
Actividades para la formación de los padres:
escuela de padres (como ya hemos dicho), charlas, cine-forum, actividades
culturales, etc.
·
Actividades de gestión: participar en el Consejo
Escolar, en la Asociación de madres y padres, en la Comisión de clase, etc.
Además de los modelos de colaboración propuestos
anteriormente para procurar la intervención de las familias en el proceso
educativo de sus hijos, muchos padres requieren de un asesoramiento. Siempre es
bueno poder proporcionarles algún material en formato papel (trípticos, guías,
etc.) y/o ofrecerles la dirección de algunos servicios de la comunidad a los
que poder dirigirse para recabar mayor información. En cualquier caso, también
es necesario que trabajemos con ellos algunas orientaciones y/o pautas de
conducta a tener en cuenta a fin de procurar el bienestar de su hijo, como
pueden ser las siguientes:
·
Al establecer normas de disciplina es muy
importante que las hagan explícitas, es decir, que el niño sepa qué es
exactamente lo que se espera de él. De esta forma, si quebranta alguna regla
familiar, sabe cuáles serán las consecuencias que acarrean.
·
Las instrucciones y respuestas verbales de los
adultos han de ser breves, precisas y concretas. No son más eficaces las
amenazas verbales continuadas, los reproches y las discusiones permanentes.
·
La respuesta de los padres ante la violación de
las normas ha de ser proporcional a la importancia de la infracción. Es
aconsejable que, antes de responder, los adultos se detengan a pensar unos
instantes y valoren desapasionadamente lo ocurrido.
·
Es conveniente que los padres respondan a los
actos de indisciplina con comportamientos concretos y previstos. No es
aconsejable que lo hagan con castigos físicos. Por el contrario, es muy
efectivo en los casos de incumplimiento de responsabilidades, como, por
ejemplo, no acabar una determinada tarea comprometida de antemano, que los
niños pierdan algunos privilegios ya adquiridos.
·
Los castigos deben tener una duración limitada.
No es útil prologarlos sistemáticamente, pues son difíciles de cumplir, pueden
originar en el niño ansiedad, sentimientos negativos y, además, no son más
eficaces que los castigos cortos.
·
Tratándose de niños hiperactivos o nerviosos, no
es aconsejable que los padres limitan las salidas de casa y los contactos con
los amigos y compañeros. Algunas familias, por temor a las críticas y protestas
de vecinos y conocidos, pueden retener al niño en casa durante períodos
prolongados de tiempo, con el perjuicio consiguiente que supone limitar sus
posibilidades de participar en juegos y actividades grupales y, por tanto, dificultando
su adaptación social e incrementando la ansiedad y, con ello, la hiperactividad
o el nerviosismo.
·
Conviene establecer hábitos regulares, es decir,
horarios estables de comida, sueño, para ver la televisión, hacer los deberes
escolares, etc. Aunque al principio los niños pueden protestar, si los padres
persisten y son constantes, los hijos ganarán en confianza y seguridad.
·
Los adultos deben estar atentos y discriminar
las señales que prevén la proximidad de un episodio de rabietas, desobediencia,
rebeldía, etc. De ese modo, les será fácil controlarlo alejando al niño de la
situación conflictiva.
·
Cuando el niño ha de realizar tareas nuevas que
tiene que aprender previamente, es útil ensayar con él, emplear las
posibilidades del modelado (que lo realice antes otra persona) y recurrir a
instrucciones verbales sencillas y concretas que guíen su actuación.
·
Para evitar experiencias de fracaso que puedan
mermar la autoestima del niño, es muy recomendable comenzar el aprendizaje con
tareas simples y fáciles, que puede resolver correctamente y garantizar de este
modo las experiencias de éxito.
·
Es esencial que los adultos adopten un enfoque
positivo en sus relaciones con los niños. En lugar de insistir en lo
perturbador que resulta su comportamiento, son más aconsejables las referencias
positivas a las habilidades y éxitos que éstos logran. Por ejemplo, si un hijo
realiza con rapidez las tareas domésticas que tiene asignadas (ordenar su
habitación), sin necesidad de recordatorios previos, o cumple desde hace días el
horario de llegada a casa, los padres deben aprovechar estas circunstancias
para mostrar su satisfacción.
·
Conviene no olvidar los efectos del aprendizaje
social. Los niños observan lo que ocurre a su alrededor y después reproducen
los comportamientos aprendidos. Por ello, no es apropiado recurrir a amenazas y
castigos físicos que, a parte de otros efectos, pueden ser aprendidos y
practicados por los niños en el futuro.
Para mayor información sobre las orientaciones que
pueden proporcionársele a los padres acerca de cómo proceder con sus hijos, los
siguientes enlaces resultan muy interesantes:
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario